La gruta de Niaux está abierta al público y las visitas están estrictamente reguladas para garantizar la conservación de las obras parietales. El recorrido se hace en pequeños grupos de hasta 20 personas y están dirigidos por un guía: de julio a septiembre hay 11 visitas diarias, con 45 minutos entre cada grupo; el resto del año sólo hay tres visitas diarias. No hay sistema de iluminación permanente instalado en la gruta y cada grupo se ilumina con lámparas eléctricas portátiles, en un trayecto de unos 800 m hasta llegar al Salón negro, que contiene la mayor parte de las pinturas visibles. La otra parte de la cueva, la red Clastres, no está abierta a los visitantes.
El recorrido, a través de dos grandes cuevas y algunos pasajes estrechos, tiene lugar en el mismo piso que recorrían los magdalenienses en su estado natural: húmedo, irregular y resbaladizo.
Después de adentrarse unos 800 m desde el exterior, se alcanza el llamado Salón negro, una rotonda natural cuyas paredes se encuentran adornadas con un centenar de representaciones animales en un conjunto excepcional magníficamente conservado. Con una antigüedad de unos 13.000 años, éstas pinturas realizadas con trazos negros representan a los grandes mamíferos de la fauna prehistórica de la región, como bisontes, caballo, ciervos y cabras montesas.

La sala principal, que agrupa las representaciones de animales más espectaculares, se llama el Salón negro (Salon noir). La gruta también tiene signos tales como puntos o líneas de color rojo y negro, ya sea aíslados sobre las paredes, o asociados con representaciones de animales. Las pinturas del Salón negro que contienen carbón vegetal han sido datadas por el método del carbono-14 y su edad se estima en 13.000 años. El bestiario representado comprende principalmente bisontes (54), caballos (29), caprinos (15), así como los ciervos e incluso pescados. la morfología de los caballos evoca a la del pottok actual, un caballo endémica de los Pirineos todavía presente en el País Vasco. La presencia de un trazo que esboza una comadreja merece señalarse ya que este animal raramente es representado en el arte parietal magdaleniense.
Motivaciones de la frecuentación de la gruta

Los magdalenienses probablemente utilizaran dos entradas para la gruta de Niaux, una para acceder al Salón negro, y la otra para acceder a la red Clastres (réseau Clastres). El pasaje subterráneo entre las dos partes está actualemente inundado por varios sifones.
El hombre prehistórico ha debido de penetrar profundamente en la gruta para pintar: no hay pinturas parietales identificadas a la entrada de la gruta, y el Salón negro está a más de 700 m de la que se presume era la entrada prehistórica. Este último no tenía ni una función doméstica (hábitat), ni una función práctica (almacenamiento).
Huellas de pasos humanos se han identificado en el suelo de la gruta. No quedan hoy día más que una docena de playas impresiones. La identificación de la talla de los pasos ha también demostrado que los niños habrían podido penetrar en la gruta.
Significación de las obras magdalenienses
El arte de Niaux, como el arte paleolítico en general, no tiene como fin una simple representación figurativa y no se representa ningún elemento del paisaje (flora, sol, montañas, etc.). Con la excepción de una pequeña cabra que parece apoyarse con sus patas delanteras en una grieta de la roca que puede parecer una línea de tierra, los animales parecen flotar en las paredes de la gruta, siguiendo la forma de la misma. Sólo animales grandes aparecen representados, preferentemente aquí herbívoros. El oso y el lobo no se representan aunque estaban presentes en la región.
Un siglo de excavaciones en la región ha permitido poner en evidencia la existencia de campamentos estacionales, establecidos por grupos humanos del Paleolítico superior llegados a cazar la cabra montesa o el reno, entre otros. Semi-nómadas, pasarían unos nueve meses al año en el Prepirineo para descender al valle durante la temporada de invierno. La economía se basaba principalmente en el trabajo de la piel, astas y huesos de los renos. Una de las primeras hipótesis sobre el arte parietal del Paleolítico superior en toda la cadena pirenaica-cantábrica era que estaba vinculado a la caza: las obras serían representaciones de escenas de caza (parece haber flechas dibujadas sobre ciertos animales en el Salón negro) y habrían sido realizadas en el marco de ceremonias propicias a los espíritus para asegurarse una buena caza (representación sólo de grandes herbívoros).
Una hipótesis propuesta a finales del siglo XIX, y puesto al día recientemente, sobre todo por Jean Clottes, pone en relación el arte paleolítico con el chamanismo. En la mayoría de las representaciones parietales paleolíticas (ya sea en Niaux o en otros lugares, como en la cueva de Lascaux, por ejemplo), los caballos y bisontes se representan muy frecuentemente aunque no forman parte de las especies más cazadas, ni para el consumo carne ni para la fabricación de herramientas. Las representaciones están convencionalmente estilizadas (patas en triángulo, la cola nunca toca los cuartos traseros) y siguen las formas de la pared. Además, algunas grutas cercanas contienen representaciones de predadores. La hipótesis del chamanismo consiste en ver en la gruta de Niaux un lugar privilegiado de encuentro entre el hombre y el mundo de espíritus de la naturaleza, que se reflejan a través de las paredes de la gruta. Se trataría entonces de un sistema social y místico en el que la interacción con los espíritus de la naturaleza era una parte integral de la vida cotidiana.